Boeing sigue su avance en la carrera hacia el primer vuelo del 787 Dreamliner y anunció hoy la finalización de las pruebas estáticas necesarias para la certificación del lateral de la aeronave, una vez completadas las pruebas de motor, con vistas a realizar la primera prueba de vuelo previsto para el próximo enero.
El fabricante estadounidense confió en completar el análisis final de los resultados de las pruebas en unos diez días, requisito previo al primer vuelo del avión. Durante la prueba, el ala y los bordes de salida de la estructura del 787 Dreamliner fueron sometidos a la carga máxima, la más elevada prevista durante operaciones, que equivale a casi 2,5 veces la fuerza de la gravedad en el ala.
El pasado 23 de junio, Boeing anunció que era necesario reforzar el área de la estructura que une el ala al fuselaje del 787. La modificación requería la instalación de nuevos soportes en 34 puntos del larguero, zona donde el ala se une al fuselaje, operación que se completó a principios de noviembre y que se ha realizado en los dos aviones de las pruebas de vuelo y en el designado para las pruebas estáticas a escala real.
"La prueba de hoy ha sido un importante hito para el programa. Los resultados de las pruebas serán confirmados tras realizar un análisis exhaustivo", explicó el vicepresidente y director general del programa, Scott Fancher.
El 787 de Boeing es el primer avión comercial fabricado principalmente con materiales compuestos, diseñado para operar vuelos de largo alcance con una capacidad prevista de hasta 350 pasajeros.
El constructor espera realizar su primer entrega para el cuarto trimestre de 2010. El número total de pedidos de este modelo asciende a 840 unidades, procedentes de 55 clientes, incluidas las diez cancelaciones producidas al cierre del tercer trimestre.
Boeing ganó 44 millones de dólares (29,4 millones de euros) en los nueve primeros meses del año, lo que supone un 98,4% menos con respecto al mismo periodo del ejercicio precedente, cuando contabilizó 2.758 millones de dólares (más de 1.840 millones de euros), por el impacto de los retrasos en los programas 787 y 747.
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